DECOHERENCIAS
Camilo Parra / Juan Suárez
En física cuántica, decoherencia es el concepto que nombra el estado cambiante en el que un sistema físico deja de mostrar efectos cuánticos y nos presenta un comportamiento clásico, familiar a la percepción, a la intuición fenomenológica y a los modos en los que la física clásica a gran escala, explica de buena manera el funcionamiento del mundo. Esto me recuerda – entre otras alusiones a la mirada – la consabida presocrática apropiada por Giorgio Colli: “La naturaleza ama esconderse”, seguida de la premisa de Joseph Beuys: “El arte extrae de la forma humana lo que la naturaleza oculta”. Y digo, alusiones a la mirada, porque ésta resulta del acto maquinado y antinatura del ver escindido, o sea, devuelto después de su errancia por horizontes oscuros dados al conocimiento, y lo digo porque así se dio esta exposición, dando lugar a la mirada que es máquina.
Las obras que componen la muestra, contemplan una noción amplia y profunda de máquina, más bien de una cierta mechane (concepto antiguo de mecánica) que se refiere a los fenómenos artificiales, es decir, a los creados por el hombre y que según Aristóteles: “vienen a socorrernos del horror y lo inmutable de la naturaleza”; esos fenómenos artificiales – entre los que se encuentra la leva, la palanca, la polea, la poesía, la tragedia y otros tantos –, “nos producen estupor porque no conocemos su origen, el mismo estupor que producen los fenómenos naturales”, diría el filósofo.
La condición de mechane como acontecimiento iniciático de la obra, es intencional en las piezas de Juan Suárez, sus “obras – máquinas”, quieren abrir espacio a la comprobación del cambio, a ese tiempo cualidad que es propagación de procesos que duran y se transforman; también, quiere abrir espacio a la consciencia que se robustece en la experiencia, acumulando capas de nous (concepto presocrático aplicado a la sustancia más fina y transparente, eso que no es vacío, ni es la nada, que es también inteligencia, mente de la que estamos hechos y realidad). Sus máquinas reclaman el cuerpo como parte de un todo, como sección de una secuencia, como una concatenación de acciones, de alternancia de procesos de potencia en los que se alternan sensaciones, emociones e ideas reguladas por la creencia y la comprobación.
En las obras de Camilo Parra, la mechane se hace manifiesta como estado que precede a la forma, como impulso promotor o ritmo, como premonición del lenguaje; un estadio protolingüístico que anuncia los medios y la técnica. Toda la operación – decididamente experimental –, resulta de procesos maquinales, en los que la mente humana se da a la promoción y captura de relaciones y asocio fraternal de la tecné y la poiesis; también, a la captura de coincidencias, azares, y fomento de relaciones contraintuitivas con las sustancias, con los sistemas y fenómenos físicos; pero ante todo, sus piezas concluyen en marcaciones físicas, escritura o memoria del transcurso, de la duración bergsoniana trazada por el vector finísimo que ata, al sistema más pequeño conocido en el átomo y al más grande explorado en el universo.
En el primer caso la mechane se instala en el lugar del obrar del arte, en ese cabalgar la transformación como funcionamiento irreductible: “la aparición de la imagen”. En el segundo caso, mechane como ritmo promotor de la forma nueva, de la objetivación de la representación del mundo. En ambos casos, veo modos de abrir espacio a la comprobación del nous, esa inteligencia delgada y fugitiva, que constituye la realidad.
Mario Opazo
Artista
Profesor Asociado Universidad Nacional de Colombia